
Numerosos estudios han demostrado que los estilos de relación con los niños con n.e.e. pueden compensar o limitar su desarrollo. Se pueden definir tres estilos diferentes del profesor: el estilo reactivo, el estilo sobre-reactivo y el proactivo (Díaz-Aguado, 1995ª). El primero de ellos es bastante común entre los profesores a la hora de responder a la diversidad en sus aulas. No fomentan las diferencias entre los alumnos pero tampoco compensan las que objetivamente existe. El estilo sobre-reactivo, por su parte, se caracteriza por una falta de responsabilidad por parte del profesor sobre lo que les sucede a sus alumnos. Asumen que su función consiste en transmitir contenidos y evaluar rendimientos. Perciben a sus alumnos con n.e.e. de manera estereotipada y limitada. Lógicamente, tanto el primer estilo como, muy especialmente, el segundo, no favorecen que el alumno desarrolle una seguridad en sí mismo, un buen autoconcepto y una autoestima positiva.
El estilo proactivo, sin embargo, se caracteriza por la intencionalidad del profesor de mantener interacciones individualizadas con todos los alumnos, evitando que las diferencias interfieran en las dinámicas del aula. Transmite expectativas positivas, flexibles y precisas e intenta compensar las desigualdades de ----.
Hemos de recurrir una vez más al efecto de las expectativas. Recordemos el famoso Efecto Pigmalión en el aula. La opinión preconcebida que el profesor pueda tener del alumno condiciona la forma de interactuar con él y afecta, en consecuencia, a la conducta del niño. Si el profesor piensa que debido a su discapacidad el niño no va a ser capaz de---- así se lo transmitirá, más o menos sutilmente. Todo ello va incorporándose en los esquemas cognitivos del niño, ayudando a configurar un autoconcepto positivo o negativo...
Asimismo, la integración del niño con discapacidad no supone nunca .... o ignorar dicha discapacidad, ....como si éste no tuviera dificultades objetivas. Esta actitud aparentemente normalizadora, puede conducir al profesor a plantear objetivos desajustados para el niño. Lo contrario, esto es, plantear objetivos ......, llevarán al niño a una situación de desmotivación permanente. Además, con esta actitud estará primando las dificultados del niño más que sus capacidades, lo que revertirá en que los compañeros vean al niño desde sus limitaciones.
El profesor, a través de su actitud, estará diariamente favoreciendo que el niño con n.e.e. se sienta integrado y considerado en el aula, sienta que es importante y entienda que debe responder a unas exigencias ajustadas. Pero también le transmite que comprende sus limitaciones y no le hace sentir mal e inseguro por las mismas.
El profesor no debe ver al niño diferente como una carga añadida en el aula, pues esta será la actitud que transmita de manera directa al niño con dificultades y, de manera indirecta, a los compañeros, quienes, por simple modelado, imitarán a su profesor en las pautas de interacción con el niño con n.e.
Ciertamente, carecer de una formación específica para responder a estas situaciones, no contar con oportunidades para compartir las dificultades en el aula con otros profesionales o no disponer de recursos adecuados pueden dificultar más la ya compleja tarea de la integración.
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